En las primeras elecciones estivales de Italia, el partido Fratelli d’Italia de Giorgia Meloni salió victorioso con el 26% de los votos. Es la primera vez que un partido de extrema derecha asumirá el liderazgo de un gobierno de posguerra y Meloni tiene muchas posibilidades de convertirse en la primera mujer primer ministro de Italia.
Junto con su aparente afinidad por Trump u Orban, a algunas personas y grupos les parece que esto podría ser un buen giro. Sin embargo, nada más lejos de la realidad.
La introducción de la NIS puede pintar una primera imagen aproximada. Pero no da una respuesta definitiva a su posición real. Siguen existiendo interrogantes y ambigüedades debido a sus posiciones contradictorias en diferentes momentos y ámbitos.
Para empezar, Meloni y sus Fratelli estaban originalmente a favor de que Italia saliera de la UE y del euro (como, por cierto, lo estaban la Lega y Cinque Stelle). Sin embargo, parece haberse retractado en los últimos meses y en realidad sólo quiere continuar con el plan de Draghi de forma inflexible. Este plan no es más que un apoyo al globalismo y supondría para Italia avanzar a toda velocidad hacia una sociedad de la vigilancia a la china con un credencial social, códigos QR (pase “verde”) y obligación de vacunación, es decir, el Gran Reset y la Agenda 2030.
La obligación de vacunación se votará el 22 de noviembre, así que allí veremos su verdadera cara de todos modos.
Por cierto, para los nuevos partidos pro-constitución, Meloni ni siquiera es relevante.
Lo que les indigna es que ahora no hay absolutamente ninguna oposición real en el parlamento italiano para oponerse políticamente a todos esos próximos pasos previstos hacia la Agenda 2030. Tampoco para buscar reparación por todos los efectos desastrosos de las medidas Covid, como la ruina de la economía y, ciertamente, las innumerables víctimas innecesarias de los efectos secundarios nocivos e incluso las muertes resultantes de la inyección experimental y, de hecho, de toda la narrativa de la pandemia.
Aquí Meloni nunca ha pronunciado una palabra y casi seguro que no lo hará. Porque en esto, en definitiva, es exactamente igual que Salvini, Berlusconi, Conte, Letta, Renzi o incluso el propio Draghi. Se limitará a “seguir el plan”, independientemente de que sea o no miembro oficial de Aspen, el FEM o Bilderberg. En este caso, “izquierda” o “derecha” ya no importa. A estas alturas todos vivimos bajo una falsa democracia, no sólo los Estados Unidos.
A los holandeses, que tenían la ilusión de que la “derecha extema” de Fratelli d’Italia podía significar algo así como Foro para la Democracia y que Meloni podría ser una especie de Baudet, debo decepcionarlos lamentablemente. El que más se acercó a ello fue GianLuigi Paragone, de Italexit, pero él, al igual que los demás partidos pro-constitución, se ha quedado al margen por el momento. La pregunta es si tendrán otra oportunidad después de Meloni.